lunes, 12 de julio de 2010

Desde mi terraza



Llegamos anoche al apartamento de la playa. Era una noche cerrada y sin luna. Esta mañana me despertó el ruido sordo de un motor. Me levanté maldiciendo y encontré un auténtico regalo de la naturaleza.

El sol asomaba entre la bruma del amanecer dando, con su luz naranja, pinceladas de color sobre el gris de un cielo aún sin despertar. El mar, tranquilo, reflejaba esa misma luz en sus aguas de un azul intenso mientras sutiles destellos reverberaban sobre la superficie dándole al líquido un brillo metálico. En la playa, sin apenas oleaje, solo se veían algunas gaviotas que iban y venían revoloteando alrededor del pequeño barco de pesca que me había despertado.

-¡¡Gracias!! Grité a los tripulantes. No me oyeron o, quizá, pensaron que no iba dirigido a ellos e ignoraron mi expresión de gratitud.

Desde ese día intento levantarme al alba, cuando aparece esa luz espectacular antes del amanecer. Cada día es diferente y sorprendente la cantidad de formas y colores, de una belleza inmensa, que solo la naturaleza es capaz de producir.

-¿Por qué te has levantado tan temprano? –me preguntó mi compañera al levantarse. Y yo no supe que contestar.

-Mañana levántate conmigo y lo verás. Soy incapaz de describirlo.

Potser t'agrade

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