lunes, 20 de septiembre de 2010

José Antonio Labordeta, un canto a la libertad



El sábado pasado por la noche me acosté pronto mientras mi compañera se quedaba viendo una película por televisión. Tenía intención de madrugar el domingo para dedicar las primeras horas del día, antes de que el sol apriete, a labores en el huerto y en el jardín.

Al poco de acostarme me dormí profundamente hasta que noté como mi compañera, con la luz apagada, se acostaba a mi lado. Con un susurro suave me dijo

–Labordeta ha muerto esta noche. Lo acaban de decir en las noticias.

Noté como un golpe en el pecho. No supe que decir. Recordé sus últimas imágenes por televisión con motivo de la entrega de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio por parte de la ministra de Defensa, Carme Chacón, y del ministro de Educación Ángel Gabilondo. Hacía solo trece días de eso. Su aspecto mostraba el avance implacable de la enfermedad, sin embargo, su sentido del humor y su bonhomía prevalecían sobre su deterioro físico.

–Se veía venir el desenlace. Pude decir –Pero tan pronto…

Mi compañera, a modo de respuesta, pasó su mano por mi cabeza en una suave caricia. No dijimos nada más. Arropados por oscuridad y el silencio de la noche nos sumergimos en nuestros pensamientos. Oí la poesía militante de sus canciones. Recorrí los caminos de esa gran federación que han querido hacer unitaria a la fuerza que se llama España. Lo vi estallar de rabia, ante la intransigencia y prepotencia de quienes han detentado el poder utilizando la coerción y la fuerza, y mandarlos “a la mierda”.

– Hay personas que no debían morir nunca. Musitó mi compañera

Me dormí pensando en el acto de dignidad que representaba lo que en otras circunstancias hubiera sido un exabrupto. En ese momento Labordeta éramos muchos aunque solo sonara su voz porque, como dice una de sus canciones:
Tú cantarás por todos,
por los muertos, por los vivos,
por los que han de nacer,
por los que son como tú,
por los que no entienden y te odian.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La vida es como una pizza



Como cada año, al menos un par de veces, nos juntamos la familia extensa en una comida. Los familiares que por motivos de trabajo viven lejos suelen venir en verano, para asistir a las fiestas del pueblo, y en invierno para celebrar las navidades. Las familias de nuestros hermanos y hermanas, junto a la nuestra, preparamos una paella en la casa del campo.

Los mayores se alegran de ver a toda la familia junta y los más jóvenes se juntan y hablan de sus cosas. A mí me gusta oír los comentarios de los jóvenes desde que eran niños pequeños. Tenían ocurrencias llenas de ingenuidad e ignorancia, propias de su edad, que me divertían. Según van creciendo dejan de ser tan graciosos pero sus conversaciones ganan en desenfada profundidad.

Este año uno de los primos había tenido un desengaño amoroso y andaba un poco triste. Primos y primas intentaban animarlo pero él seguía desanimado.

-Esta vida es un asco… dijo con la mirada fija en una pequeña rama de olivo con la que jugaba.

-Yo no lo creo. Dijo una de las primas –La vida es como…

-Como una caja de bombones. Dijo otro sin dejarla terminar.

-¡Forrest Guuump! Corearon varios

-No, en serio, para mí la vida es como una pizza. Nuestros padres, nuestra familia, han hecho la masa de la base pero cada uno de nosotros tiene que poner los ingredientes que prefiera. Si nos parece un asco es que no hemos elegido bien los ingredientes.

Potser t'agrade

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