Me citó en un bar cerca de mi trabajo. Era extraño. Ella debía estar trabajando. Anoche estuvimos viendo la televisión, como siempre. Nos acostamos y esta mañana me despedí de ella al salir de casa, como todos los días, y no noté nada raro.
Cuando llegué ya estaba tomando un café con leche, sentada junto a una pequeña mesa al lado de la ventana del bar --¿Hola cariño, que pasa? Pregunté.
Ella esbozó una sonrisa y dijo –No, nada…
Yo me mantuve en silencio mientras esperaba que explicara el motivo de la cita. Su rostro se cargó de tensión.
--Esta mañana me he cogido el día libre. Dijo por fin --He llevado mis cosas a un piso que he alquilado. Me voy… lo siento pero me voy. Te quiero pero no estoy enamorada de ti. No quiero hacerte daño pero pasan los años y yo quiero algo más. La vida no puede ser solo esto.
Se levantó sin darme tiempo a nada. Me besó en la mejilla y desapareció diluyéndose lentamente en las lágrimas que anegaban mis ojos
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